Sobre el libro "Vera de Moncayo. Memoria histórica"

Muchas veces releemos libros que se consideran descatalogados, otros fuera de circuito, otros, simplemente, olvidados. Pero muchos de estos libros brillan en el fondo de los anaqueles con luz propia, como el sempiterno faro que nos indica que allí se encuentra una pequeña joya literaria que debiéramos volver a leer y quizá, nunca olvidar. Me ha pasado esta semana con José Ángel Monteagudo y una obra suya; me explico. Cayó en mis manos su último libro “Oruña”, un libro que narra la historia de los celtíberos que habitaron el pequeño poblado, narrado con una prosa muy correcta, estimulante y con unas acciones verdaderamente bien llevadas. Pero a pesar de este buen libro (lo recomiendo de veras) mis lecturas fueron más allá. Había leído un ensayo suyo publicado en “Criaturas Saturnianas”, “Los hermanos Bécquer; la mirada costumbrista”, trenzando esa parte de los hermanos Bécquer más desconocida e igualmente interesante. Se denota el amor del autor por esas tierras suyas del Moncayo.

Pues bien, un servidor, amante hace muchos años del Moncayo, sus pueblos y sus gentes, y habitante de las múltiples casas rurales de la zona, leyó –en una de ellas– un ejemplar del autor editado hace unos cuatro años, un libro monumental sobre la historia de un pueblo de esa comarca, un libro que a pesar de su carácter local es infinitamente universal; "Vera de Moncayo. Memoria histórica". Editado por la prestigiosa Institución Fernando el Católico, en él nos expone una historia amena, rigurosa cuando debe serlo, de acervo sentimental pero sin rozar siquiera el egocentrismo o la nostalgia, una obra que merecería sin duda un lugar preferente en las estanterías de nuestras bibliotecas si hablamos de nuestra historia, costumbre y tradiciones. Y al final nos ofrece un anexo de documentos imprescindibles (incluso la Carta Puebla con explicaciones directas sobre su contenido).

Juro de verdad que no había oído nada acerca de este libro hasta hace unas pocas semanas, pero ahora tras su lectura considero que se debería hacer propaganda en las asociaciones culturales e instituciones de la zona (si no se ha hecho ya, lo desconozco). Un libro muy recomendable para los amantes del Moncayo y sus parajes pues su contenido histórico –como he dicho antes– es común a todos los pueblos de la zona, e imprescindible para los habitantes de esta pequeña villa de Vera. No sé si se le habrá prestado desde allí el interés debido (ya sabemos el dicho del profeta), pero pueden estar contentos de contar con un escritor de alto nivel entre sus vecinos, de reconocido talante cultural, que demuestra su amor a la villa en cada una de sus obras y al que me gustaría conocer personalmente (le mando este correo a su blog para que lo cuelgue, si lo estima oportuno). Cuídenlo, a veces no se aprecia lo que se tiene y este escritor lo merece con creces. Enhorabuena por sus trabajos.

D. Ángel Lozano (Profesor de Literatura)